Inas
Hasan Ali es una de las cinco mujeres que, desde hace un año, trabajan
como taxistas de un servicio exclusivo para mujeres en El Cairo.
Las mujeres han tomado el volante de los taxis en la caótica ciudad
de El Cairo, en medio del beneplácito de los doctores islámicos y la
oposición de los taxistas y de, sorprendentemente, grupos que defienden
los derechos de la mujer.
"No más taxistas estúpidos, no más comentarios y bromas tontas. Es
tiempo para la conducción segura y elegante", reivindica uno de los
lemas con el que se anuncia en internet el nuevo servicio, bautizado
como "taxi rosa" y pensado sólo para ellas.
Cinco mujeres conducen ya taxis amarillos en la capital egipcia pero
la empresa quiere pintarlos de rosa y está a la espera de la decisión
del gobernador de El Cairo, una ciudad en la que el taxi ha sido hasta
hora territorio de hombres.
"Me siento feliz", confiesa Inas Hasan Ali, una de las taxistas que
desde hace un año hace carrera por la ciudad, pero cree que con el
llamativo color rosa el servicio será "más cómodo" para ella y sus
clientas.
"Acepto familias, así que no se me ocurrirá bajar al marido del taxi
si viene con su esposa y sus hijos", indica Inas, una trabajadora
social que cambió la escuela por el taxi porque conducir es "una terapia
y una oportunidad de sentir la calle".
Unas veinte mujeres y seis telefonistas serán las responsables de
que funcione este taxi que tiene como misión luchar contra el acoso
sexual.
"La experiencia ha sido muy buena, porque las mujeres son mejores
que los hombres; crean menos problemas y son más limpias", explica Emad
Abdelrraman, director adjunto de la empresa que ha implantado este
servicio.
Los "taxis rosas", que ya circulan por ciudades de todo el mundo,
buscarán su hueco en la capital egipcia entre la numerosa oferta de
taxis y sumarán su color al tradicional negro, y a los nuevos blanco y
amarillo.
Sus homólogos masculinos no han recibido bien la noticia. Sahmi, un
taxista de 37 años, dice visiblemente alterado que "conducir un taxi es
un trabajo arriesgado y poco adecuado para un mujer".
"En Egipto la mayoría de los accidentes de tráfico se debe a las
mujeres", agrega, mientras augura que, con estos taxis, las calles
cairotas se volverán más "peligrosas" y menos transitables.
"¡Pero si no saben ni cambiar una rueda!", protesta Mohamed, un
taxista en la cincuentena que se queja de que "ellas no conocen las
calles de El Cairo como los hombres".
"¿En España hay mujeres taxistas?", pregunta Mohamed. Y tras la
respuesta afirmativa, la sorpresa deja paso a otro interrogante: "¿Y no
hay problemas?".
A Inas algunos clientes le han contado que en Europa es normal ver a
una mujer al volante de un taxi. "¿Por qué no lo podemos hacer en
Egipto?", se pregunta enseguida.
La principal organización en defensa de la mujer, el Centro Egipcio
de Derechos de la Mujer, también rechaza el proyecto pero por motivos
diferentes: "Segrega a la mujer y es un intento naif y absurdo de atajar
el acoso sexual", denuncia en un comunicado.
Durante el primer semestre de 2009, las violaciones y el acoso
sexual fueron los delitos más cometidos contra la mujer en Egipto, según
esta organización.
"¿Cómo podemos construir un futuro para la sociedad si intentamos solventar los problemas con segregación?", se pregunta.
Para esta organización, este problema requiere "trabajo duro y
estudiar las raíces" en lugar de aislar a las mujeres, como sucede en el
metro de El Cairo, que dispone de vagones reservados para ellas.
Desde la empresa, el responsable del servicio se defiende: "No
queremos retroceder en la historia sino ofrecer un servicio útil a la
mujer, porque nunca antes había contado con una licencia para conducir
taxis en esta ciudad".
"Las mujeres quieren sentirse libres en el taxi, echar una cabezadita... y eso no puede hacerse con un hombre", añade.
En un país de mayoría musulmana no podía faltar el plácet de la
jurisprudencia islámica, recogido en una fetua o decreto religioso que
acaba de publicar la respetada institución religiosa de Al Azhar y en la
que se avala esta nueva empresa.
El edicto da la bienvenida a estos taxis porque suponen "un paso importante" para evitar el acoso a las mujeres.
"Esto no es discriminación, sino lo que el islam dicta a las
mujeres", explica la fetua, que solicita leyes que protejan a estas
trabajadores de "los adversarios de su integridad".
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